jueves, 18 de marzo de 2010

The cigarretes in my pocket

I look outside, through the window display and hope I could take my lunch break before the sun comes down. Maybe I still can steal one sunshine or two from the day. I mentally trace my route to the tasteless pret-a-manger sandwiches, to the bench in the back of the street, to the cigarettes in my pocket. I never swallow the smoke, I’m not a nicotine addict. Cigarettes just taste good at night, surrounded by people, hiding behind a drink,. I can’t even stand the smell on the morning after, impregnating the sheets and the furniture, the skins post-sex, post-war, post-uncomfortable silence.

17 minutes and 45 seconds to the lunch break. I try to estimate my chances. Carnaby is starting to look red, the sun fading out the shapes of the street. It’s definitely colder .

Emma stops by the shop. It’s the second time today, she says she wants to borrow my Otis Redding album. “My shop needs some soul,” she says. “No soul in here neither,” I reply. She smiles.

Emma likes me. I knew it from the very first day. It has always been easy for me to attract girls’ attention, to find somebody to spend the night with. I wear the right jeans (vintage 501 Levis, always with a white v-neck t-shirt), I say the right things ( ‘The XX’ are the best new band on the face of the earth, the last Paul Auster book is crap, I just work in here to save money for my own ‘on the road’ trip around America.) I can do it: look thin enough, cool enough, smart enough. The problem is that sometimes I forget it. The faking. I forget to keep smiling to somebody’s anecdote, to nod when they talk about german post-punk bands, Murakami or Damien Hirst . And then they look closer and start discovering gestures, stares, words that don’t match this lie.

Ian enters the shop carrying a half-emptied bag of McDonalds’ fries. He’s five minutes late. “Your turn, mate,” he says. I grab my Barbour jacket, make a quick stop by ‘Pret’ and walk towards the bench in front of his shop, knowing he’ll still look perfect throw the steamed window. I look for the Marlboro’s in my pocket, happy to have something to hold that will stop my hands from shaking. It’s already dark outside.

lunes, 15 de marzo de 2010

The tallest man on earth

De repente llega un hombre muy bajito, de espiritu que rasga cielos dejandolos purpuras, doloridos. Llega un loco de ojos febriles, y empeza a rascarte las paredes del alma, aranhando mas alla de donde duelen las cosas, y cuando acaba el concierto tienes que sacudirte el abrigo, y te miras a los pies, y estan cubiertos de virutas de pintura, cascaras de canciones usadas, cenizas de fuegos ajenos.

Pasa muy pocas veces, de una manera muy extranha, que de repente unos ojos febriles encuentren unos ojos llorosos en la oscuridad de un publico anonimo. Hay acordes, hay desgarros en pocas (muy pocas) voces que te hacen creer de nuevo en la unica verdad inevitable. Una que te cincelaste en piedra, y guardaste entre las costillas y los pulmones anicotinados: que la musica es mas grande que el amor, que la vida, que las pretensiones de inmortalidad y que juntar dos letras para pintar un oleo de palabras inertes. Que consigue el unico milagro que cuenta: el salvarte, por un momento, de este cansancio inmenso. Y durante una cancion, solo una cancion, por una vez, se te humedecen los ojos y las entranhas, y miras hacia arriba, a la emocion incorruptible del hombre mas grande del mundo, y no estas solo.




(A mi hermano Anton, que no pudo estar, pero anda lidiando con sus propios gigantes con espiritu inquebrantable. Con alegria.)

viernes, 12 de marzo de 2010

My muchness

In the movie Jhonny Depp is the mad hatter, and he has in the eyes the sadness of whom had seen villages burned to ashes...
He's waiting for Alice, he believes in her.
Alice is in denial, repudiating her duties as a hero. She wants to be in control of her own dreams, she wants to escape her destiny.She's lost in wonderland.

The mad hatter says: You used to be much muchier before. Yes you were much more Alice the last time we met. You have lost your muchness

Well I did lost my muchness in this wonderland of red buses...I'll bring me back. Promised.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Rocio




Igual hay que entender que a ella no le gustan las despedidas. Que se rodea de agua para nadar, y sentirse ingravida, en vez de dejar que le penda en gotas desde las pestanahs. Que sus abrazos estrujan, que decirte la verdad (incluso cuando duele) es su forma de quererte. Que los movimientos de bailarina de la royal ballet son serenos y hermosos, pero no siempre implican falta de turbulencia interior, de salitre tragado, de dias de lluvia
Ella habla, dice y mira a su manera: los novios son personas especiales, las semillas germinadas orgasmos gastronomicos, el amor es una ilusion. Pero esa manera unica de decir, implica que solo los que la conocen, los que sabemos leer las senhales de humo, los privilegiados que penetran ese pequenho mundo de fememinidades de carmin rojo y roles masculinos encubiertos ( y cada chispa nacida de ese continuo tira y afloja de fortalezas y vulnerabilidades) entenderan el lenguaje de signos. Yo me quedare muda ahora. Sin habla y sin risa un ratito, como si fueses una salve callada a mi particular virgen del rocio. Con un agujero negro en la vida y el alma, en mi dia a dia londinense. Creyendo con fe ciega en los telefonos duados, en los hilos inhalambricos que unen los corazones de la gente que se quiere en este mundo, en las cartas y por encima de todo en la telepatia y en la memoria. En que la llevo siempre a donde vaya y en que ella habra absorbido mis gestos y mi palabra. Como hace con casi todo, aspiradora de vida y luz. No seas mala, no huyas, no nos dejes a oscuras.
O quizas, quizas toque ser generoso y dar las gracias, confiando en que ella sepa la cantidad de noches y tardes y lunchbreaks y conversaciones telefonicas y cara a cara que van dentro de esa palabra. Quizas sea mejor ser buena y secar la ultima lagrima. Y decir buen viaje, buen viento, te espera una vida nueva. Haz que arda, como ardiste las nuestras.










martes, 3 de noviembre de 2009

The storm after the calm....

Losing the star without a sky
Losing the reasons why
You're losing the calling that you've been faking
And i'm not kidding

It's damned if you don't and it's damned if you do
Be true 'cause they'll lock you up in a sad sad zoo
Oh hidy hidy hidy what cha tryin to prove
By hidy hidy hiding you're not worth a thing

Sew your fortunes on a string
And hold them up to light
Blue smoke will take
A very violent flight
And you will be changed
And everything
And you will be in a very sad sad zoo.

I once was lost but now i'm found was blind
But now I see you
How selfish of you to believe in the meaning of all the bad dreaming

Metal heart you're not hiding
Metal heart you're not worth a thing

Metal heart you're not hiding
Metal heart you're not worth a thing

Basta

viernes, 30 de octubre de 2009

Incoherencia etilica

La descorazonadora quimica entre dos monstruos escenicos, en medio de aquel escenario de ensuenho, llamado brixton academy, haciendo eco cruelmente entre las costillas. La voz de mr. Jack White y el recuerdo de otra voz, de tono mas bajo, de espiritu nordico, de presencia mas atronadora, aflojando tornillos e instintos de autoproteccion. Sin ningun acento preciso, sin imperfecciones, sin alma?.
La vida que gira, dejandome atonita y descalza ante los tumultos, que arrastra a la gente que quiero lejos de mi, que me convierte en un monstruo sin escrupulos, deseoso de rematar esperanzas vanas, de mantenerlo lejos, para mantenerlo vivo en mi, como la imagen viva (siempre agonia, siempre aullidos, siempre llamas) del deseo, de la carne y el sudor proscrito y las traiciones y el amor y la vida que se abre paso si la dejas, para dejar marcas en la memoria y esfumarse otra vez esquiva, temblorosa.
Y ahora ya da igual lo que pase, porque el deseo solo aranha, solo deja cicatrices, no cambia no fluctua, no se convierte en amor tierno, en amor puro. No te salva de los dias grises, no te cambia la existencia, cuando se apagan las noches de incendio.
Y yo nunca he querido esperar sentada a que suene el telefono, y nunca he querido darme por vencida, ni dejarme caer, ni romperme, ni creer que no soy suficiente, que no estoy a la altura, ni perder la fe, ni agachar la cabeza. Asi que todo empieza con un licor cafe, y unas letras mal escritas en un blog abandonado, y un cigarro a escondidas en una casa de no fumadores, y una cabeza alta. Es una revolucion silenciosa, una toma de armas del alma, un hambre de cuerpos desnudos, una salve en llamas...salve al desenganho, a las noches de otonho londinense (viento y metralla). Salve a la incoherencia etilica, a las minas antipersona emocionales. Salve a la valentia de vivir las cosas, para no lamentar antes de tiempo, a los mensajes kamikazes, a los amigos pacientes que me escuchan (aunque les venza el cansancio), a las treguas servidas con hielo: Hoy no respondo mensajes, hoy concedo amnistia, hoy grito tacos en ingles al viento. Hoy no me disfrazo de viuda negra, ni de mujer despechada.



(Aunque hable de hombres, o porque habla de hombres: a bea, que entiende, que arde.)

domingo, 16 de agosto de 2009

cerca del cielo

["Se suspende el rescate de Óscar Pérez de manera definitiva. El grupo de rescate se ve obligado a abandonar la búsqueda del montañero accidentado en el Latok II por el mal tiempo y la falta de seguridad"]EL PAIS 17/09/2009



Oscar Pérez, cerró los ojos en algún punto de la mañana de ayer, a 6.200 m de altura, más cerca del cielo de lo que ninguno de nosotros hemos estado, para no abrirlos más. Murió tranquilo a pesar de todo, de agotamiento y desesperanza, en la pared de Latok II, una de las catedrales de piedra y hielo del Karakorum, la cadena de montañas más hermosa y letal del mundo. Después de 10 días esperando el rescate echó un último vistazo alrededor y supo que no irían a buscarlo.
Quiero imaginarlo así, los ojos cerrados, durmiendo mientras el cuerpo se le cubre poco a poco de copos de nieve y la montaña lo engulle. No lo quiero imaginar esperando todavía, dedos negros de congelación, ciego de terror y de frío, un edema pulmonar robándole el aliento, convirtiendo cada respiración en un resuello, un chirrido infame, sin saber que se nos ha hecho tarde para sacarle de ahí. ¿Qué absurdo verdad? ¿Qué es una vida hoy por hoy, en un mundo como este, donde a dios se le escurren de las manos las vidas de miles niños famélicos por los que ningún helicóptero alza el vuelo, nadie parte en expediciones de rescate? Porqué coño habremos decidido que es esta vida la que debe ser salvada. Es irracional. Es injusto.
Sin embargo no me lo puedo sacar de la cabeza. Mejor dicho: del pecho. La imagen de un hombre solo en una repisa, esperando a que la montaña lo engulla, diminuto ante esa cordillera infame y maravillosa del Karakorum. Para los que crecimos con las imágenes de Al filo de lo imposible acunándonos los sueños y la infancia, tiene sentido. Y sé que se me va a quedar el fantasma atragantado, como tantos otros que no me pertenecen. Como la historia detrás de la voz de Sebastián Álvaro, años atrás en Santiago contándome porqué el equipo de Al filo volvió al K-2 después de que realizasen su sueño de hacer cumbre y diesen todo lo demás a cambio (perdieron a un miembro del equipo en el descenso). O los ojos del gran Iñaki Iñurrategui contando ante una audiencia desagradecida como vio caer a su hermano 400 metros en su doceavo ochomil y ahora sube montañas solo, perseguido solo por su sombra.
Y sucede que de vez en cuando alguien se toma la molestia de poner por escrito una de estas historias, y un país contiene la respiración por un hombre atrapado entre los hielos del Himalaya. En realidad es solo una más de las vidas y muertes de tantos hombres que no conozco. Gente valiente que apunta con el dedo hacia lo alto, hacia donde están sus sueños y se abren camino hacia ellos. Gente que sabe lo que yo no: sabe sufrir y sabe luchar. Gente que muere cerca del cielo.
Cómo voy a explicarlo yo, que tengo vértigo. Así que mejor lo dejo estar. Estoy cansada de llorar por cosas que no entiendo y me vence el sueño. Cerraré los ojos y le daré vueltas a esta idea estupida que no para de rondarme a mente: que sólo espero que no perdiese la vista, que muriese mirando las montañas.