lunes, 15 de marzo de 2010

The tallest man on earth

De repente llega un hombre muy bajito, de espiritu que rasga cielos dejandolos purpuras, doloridos. Llega un loco de ojos febriles, y empeza a rascarte las paredes del alma, aranhando mas alla de donde duelen las cosas, y cuando acaba el concierto tienes que sacudirte el abrigo, y te miras a los pies, y estan cubiertos de virutas de pintura, cascaras de canciones usadas, cenizas de fuegos ajenos.

Pasa muy pocas veces, de una manera muy extranha, que de repente unos ojos febriles encuentren unos ojos llorosos en la oscuridad de un publico anonimo. Hay acordes, hay desgarros en pocas (muy pocas) voces que te hacen creer de nuevo en la unica verdad inevitable. Una que te cincelaste en piedra, y guardaste entre las costillas y los pulmones anicotinados: que la musica es mas grande que el amor, que la vida, que las pretensiones de inmortalidad y que juntar dos letras para pintar un oleo de palabras inertes. Que consigue el unico milagro que cuenta: el salvarte, por un momento, de este cansancio inmenso. Y durante una cancion, solo una cancion, por una vez, se te humedecen los ojos y las entranhas, y miras hacia arriba, a la emocion incorruptible del hombre mas grande del mundo, y no estas solo.




(A mi hermano Anton, que no pudo estar, pero anda lidiando con sus propios gigantes con espiritu inquebrantable. Con alegria.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario